MIS RELATOS: FINGIR Y FORZAR

No se me da muy bien escribir por el hecho de no saber desarrollar historias y porque llego en un punto en el que me estancó.

Pero siempre he querido saber escribir y un día mi padre me dijo que no hay que aspirar a mucho sino que a poco a poco en la vida y a la larga id escalando posiciones, es decir, teniendo cada vez objetivos más importantes.

Tomé el consejo de mi padre y en ese blog voy a colgar relatos y espero que a poco a poco vaya mejorando. Espero que me ayudéis y me digáis los errores que cometo o cómo podría mejorar.

Es mi primer relato. No esperen gran cosa lo he acabado de escribir justo ahora.

Es el primer día del instituto. Estoy muy nerviosa mis manos no pueden parar de temblar y aunque cojo una mano con la otra no puedo parar el temblor. Es mi primer día de bachillerato, aunque sea el mismo edificio hay mucha gente nueva que no conozco. No quiero estar sola.

Cuando pienso en ello tengo que apretar las muelas por tal de no llorar. Tengo miedo. Mucho miedo.

Nunca se me ha dado bien hacer amigos, la verdad, se me da fatal hacer nuevas amistades. Siempre que quiero conocer alguien acabó haciendo algo que me ridiculiza, luego me sonrojó y normalmente tropiezo con algo a veces conmigo misma y todos se ríen de mí.

Tampoco ayuda mucho el hecho de que cada cuatro años más o menos tengamos que mudarnos pero la verdad no es culpa de mis padres. Ellos no tienen la culpa de que alquilar un piso sea tan caro.

Quizá es que el problema es que siempre la gente ha venido hacia mí, es decir, si el profesor me ordena que me sienta a tal sitio hay cierta probabilidad de que haya alguien con el que me sienta a gusto y charlando con esa persona ya puedo establecer un vínculo.

El problema es que no los considero mis amigos solo los considero gente con la que no estar sola en el instituto. No quiero que mis compañeros piensen que soy una marginada, no quiero sufrir bullying, etc. No hay nada peor que estar sola, nada peor. Aunque tenga que esforzarme para que no me odien. Es verdad que ellos no me conocen pero me da igual. Todo da igual mientras pueda sentarme con alguien a la hora del patio y pueda charlar de temas que no me interesan entre clase y clase.

Solo quiero no estar sola.

Pero cada vez me cuesta más relacionarme con la gente, cada vez me cansa más interactuar con la gente y fingir. Me he cansado de fingir de tener que mirar series y escuchar música que no me gusta por saber de qué hablan.

Un día hice una amiga.

Volviendo del instituto con Mari y Sara me dijeron si quería venir con ellas a comer helado y charlar un poco. Mary tenía un nuevo novio con el cual llevaba una semana por lo cual sabía que sería lo único de lo que hablaríamos. La verdad no me apetecía nada sentir a Mary hablar sobre sus problemas insignificantes. Cuando Mary habla es como si estuviera en un escenario y la otra gente fueran el público entonces ella habla y habla y habla sin cesar no deja que intervengas y con tan solo fingir que la escuchas ya tiene más que suficiente.

Además su novio era un cretino que se comía con los ojos cualquier chica que pasase por su lado. Lo sentía por Mary de veras.

En fin, les dije que tenía deberes de la academia de inglés ellas se burlaron de mí llamándome empollona y cuatrojos y nos separamos.

Pasé por el lado de un parque y empecé a balancearme en el columpio.

Empecé a pensar sobre qué hacía con mi tiempo. Si realmente merecía la pena estar con Mary y Sara cuando no les podía confiar nada y que solo se aprovechaban de mí.

“Déjame los deberes”, “Me puedes prestar el trabajo por comparar”, “Me podrías ayudar con eso”, “Maria ayúdame tampoco tienes nada mejor que hacer”. Me ponía de los nervios sus excusas baratas y el hecho de que me dijesen que no tenía nada mejor que hacer.

Pero no podía decir que no.

Me preguntaba cómo sería tener una amiga. Una buena amiga me era más que suficiente.

Entonces, vino una chica que lucía preocupada y no paraba de buscar alguna cosa.

Era una chica muy bonita.

No sé por qué pero sentí que tenía que ayudarla.

¿Qué buscas? Le pregunté. No me sentí nerviosa mis palabras fluyan. No me lo podía creer.

“Unas llaves llevan un collar” dijo rápidamente “un perro que lleva un lazo de color rosa”.

“De acuerdo, no te preocupes yo te ayudaré” le dije y sonreí. Esa es la mejor parte que sonreí cuando me cuesta horrores sonreír, de hecho, me cuesta horrores fingir sonrisas pero en aquellos momentos pensaba que si no sonreía ella se preocuparía más.

Tenía los ojos llorosos, se pasó diversas veces las manos por los ojos, me agradeció el hecho de que quería ayudarla y se puso a buscar.

Buscamos y buscamos hasta que vi algo que sobresalía en el columpio. Sin lugar a dudas era el collar con las llaves.

Se lo enseñe y ella saltó de la alegría y me abrazó.

“Muchas gracias muchas muchas gracias” su voz sonaba aliviada y en cierta manera… alegre “en serio me has ayudado mucho te agradezco todo lo que has hecho por mí… mmh ¿cómo te llamas por cierto?”

“Maria” no pude evitar sonar un poco nerviosa. Porque quería caerle bien porque su opinión me importaba porque quería que ella fuese mi amiga porque era todo tan natural y no había planeado nada. No sabía de qué tenia hablar ni cómo reaccionar.

“Me llamo Helena. ¿Maria quieres ser mi amiga?”

No podía ser verdad.

Ella también quería ser mi amiga.

Pero ¿por qué?

Ella era muy bonita y simpática ¿Por qué quería alguien así ser amiga con alguien como yo?

Pero ignoré mis pensamientos y respondí con un “sí”. Fue el” sí” más sincero de mi vida.

Fuimos a su casa y Maria me enseño sus libros. Ella también le gustaba leer y sumergirse en la lectura sin pensar en nada más, también aborrecía la literatura juvenil y amaba a los clásicos. Aquella tarde hablamos de libros y de todo en general.

A mesura que hablaba con ella sabía que habíamos congeniado además…

¡íbamos al mismo instituto y ella era nueva!

Podía estar con ella ya no tenía que fingir y forzar nada más.

Sin duda tener una amiga era una experiencia maravillosa.

Me arregló el pelo pienso en hacerme una cola pero lo descarto me queda mejor suelto.

Ya no estoy tan nerviosa por gustar o no gustar.

Porque algo ha cambiado en mí y ya no soy la misma de hace dos años.

Helena llama a la puerta.

Porque ya tengo a alguien con quién puedo mostrarme tal como soy.

P.D: Soy mala malísima poniendo títulos peor que con la escritura.